Camagüey fue escenario de una singular jornada deportiva durante la celebración de la VIII Serie Nacional de Boxeo en Cuba. En esta ocasión, el evento estuvo marcado por una situación poco usual: un apagón que sumió el recinto en la oscuridad, convirtiendo el certamen en una especie de espectáculo improvisado.
Los participantes, entrenadores y asistentes se vieron obligados a adaptarse a las circunstancias, aunque las condiciones distaban mucho de ser ideales para un evento de esta magnitud. Según relatos, el árbitro tuvo dificultades para seguir las acciones de los boxeadores en el ring, lo que no solo complicó su labor, sino que incluso lo expuso a golpes accidentales debido a la escasa visibilidad. Lo que debía ser un enfrentamiento deportivo terminó recordando, según algunos testigos, a una escena de “La Comedia Silente”.
Este peculiar incidente subraya los desafíos que enfrenta el deporte en el país, donde los problemas energéticos impactan incluso en actividades de carácter nacional. Aunque las autoridades deportivas continúan organizando eventos con gran esfuerzo, las limitaciones materiales y las recurrentes interrupciones eléctricas no pasan desapercibidas, afectando tanto el desarrollo de las competencias como la experiencia de los aficionados.
El boxeo, considerado una de las disciplinas más emblemáticas de Cuba, sigue siendo una muestra de la resistencia de los atletas y del compromiso de los organizadores, quienes buscan mantener vivo el espíritu competitivo pese a las adversidades. Sin embargo, eventos como el ocurrido en Camagüey abren interrogantes sobre las condiciones en que se llevan a cabo estos certámenes y las soluciones necesarias para garantizar el adecuado desarrollo del deporte en el país.