Grupo musical tocando en una terraza
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Benny Moré: El Bárbaro del Ritmo que nunca dejará de sonar

En la historia musical de Cuba, pocos nombres resuenan con la intensidad y la profundidad con que lo hace el de Bartolomé Maximiliano Moré, más conocido como Benny Moré. Su apodo, “El Bárbaro del Ritmo”, no solo es una etiqueta pegajosa sino una afirmación categórica de su indiscutible dominio sobre una amplia gama de géneros musicales cubanos, desde el son montuno y el mambo, hasta el bolero y el cha-cha-chá. Benny Moré no fue solo un intérprete sobresaliente, sino un fenómeno cultural que encarnó el alma de la música cubana en el siglo XX, y su legado sigue vivo hasta hoy.

Benny Moré no contaba con una formación musical académica, lo que para algunos podría haber sido una limitante. Sin embargo, esta falta de instrucción formal se convirtió en una de sus mayores fortalezas. Con su oído privilegiado y un talento innato, Benny era capaz de crear magia con su voz y su interpretación. Su capacidad para improvisar y su habilidad para sentir el ritmo lo hicieron único. Sin leer una sola partitura, podía dirigir a su orquesta con la precisión de un maestro, guiado únicamente por su instinto y su oído. Esta capacidad natural para la música no solo lo hizo sobresalir entre sus contemporáneos, sino que lo convirtió en un ícono eterno de la música cubana.

Su viaje musical no estuvo exento de dificultades. Nacido en una familia humilde en Santa Isabel de las Lajas en 1919, Benny tuvo que abrirse camino en un mundo lleno de adversidades. Desde los primeros años, cuando cantaba en bares y pequeños locales, hasta su llegada a la ciudad de México, su talento siempre fue innegable. En México, Benny alcanzó una de las cúspides de su carrera, tocando con grandes de la música como Dámaso Pérez Prado, con quien popularizó el mambo a nivel internacional.

El estilo de Benny Moré combinaba lo mejor de la música afrocubana con su indiscutible carisma en el escenario. Pero más allá de su evidente virtuosismo, lo que lo hacía verdaderamente especial era su capacidad para conectar con su público. Su música no solo se escuchaba, sino que se sentía. Con su poderosa y emotiva voz, era capaz de transportar al oyente, de hacerlo partícipe de la experiencia, ya fuera con un bolero cargado de romanticismo o con un son que invitaba al baile.

Además de su incomparable talento como cantante, Benny fue un pionero al fundar y dirigir su propia orquesta en una época en la que esto era inusual para un artista de su origen. La Banda Gigante, como se conocía su orquesta, fue un referente del panorama musical cubano en los años 50. Con ella, Benny consolidó su lugar en la historia, demostrando no solo ser un vocalista excepcional, sino un visionario en la dirección musical. Su orquesta interpretaba con la misma fluidez géneros rápidos y vibrantes como el mambo, y melodías más suaves y melancólicas como el bolero.

Uno de los aspectos más fascinantes de Benny Moré es su capacidad para trascender géneros, épocas y fronteras. A pesar de los cambios en el gusto musical y la llegada de nuevos estilos, su música sigue siendo venerada. Canciones como «Bonito y sabroso», «Qué bueno baila usted», «Y hoy como ayer» o «Santa Isabel de las Lajas» no solo son clásicos inmortales, sino que continúan siendo escuchadas y reinterpretadas por generaciones más jóvenes. Su música sigue siendo el soundtrack de la cubanía, una representación sonora de la identidad y el alma de un pueblo.

Pero como sucede con muchos genios, la vida de Benny Moré estuvo llena de excesos y tragedias personales. Su batalla con el alcoholismo fue ampliamente conocida, y fue este mismo hábito el que acabaría deteriorando su salud, llevándolo a una muerte prematura a los 43 años. No obstante, a pesar de su corta vida, Benny dejó un legado que sobrepasa el tiempo y las fronteras. Su figura sigue siendo un símbolo de la cultura cubana, no solo por su música, sino por lo que representaba: la capacidad de triunfar a pesar de las adversidades, la autenticidad, y el amor inquebrantable por su país y su gente.

Benny Moré fue más que un cantante, fue un embajador de la música cubana en el mundo. Hoy, más de sesenta años después de su muerte, sigue siendo considerado por muchos como el más grande intérprete de la música popular cubana. Su voz sigue viva en cada son y cada bolero que resuena en las calles de La Habana, en cada tarareo nostálgico de un cubano que evoca su memoria.

El Bárbaro del Ritmo sigue siendo una leyenda, no solo por su capacidad para dominar cada género que tocaba, sino porque logró algo que pocos artistas alcanzan: permanecer inmortal en la memoria de su pueblo y en la historia de la música universal. Benny Moré nos recuerda que el verdadero arte nunca desaparece, y que su legado seguirá presente en cada rincón de la cultura cubana.

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