El buque Eco Fleet, que había estado navegando por aguas cubanas durante 50 días, zarpó recientemente hacia Kingston, Jamaica, sin haber descargado su cargamento de 40,000 toneladas de diésel procedente de Túnez. La partida de este carguero se ha rodeado de especulaciones y análisis por parte de expertos marítimos, quienes sugieren que podría haber realizado un trasbordo en el mar para eludir las restricciones impuestas por el bloqueo estadounidense.
El buque, registrado bajo la bandera de las Islas Marshall, no ha ofrecido detalles sobre las razones específicas que le impidieron la descarga en Cuba, aunque se manejan varias hipótesis. Entre estas, se encuentran dificultades en la transacción financiera debido a las sanciones del bloqueo estadounidense, problemas logísticos en el puerto cubano, o incluso la imposibilidad del gobierno cubano de efectuar el pago al proveedor del combustible.
La situación del Eco Fleet ha captado la atención no solo por su impacto potencial en la crisis energética que enfrenta Cuba, caracterizada por apagones diarios y escasez de combustible, sino también por las implicaciones geopolíticas que conlleva. La posibilidad de un trasbordo en aguas internacionales, una estrategia utilizada por otros países bajo sanciones para evadir restricciones comerciales, es una de las teorías que se barajan tras la publicación de imágenes en redes sociales donde se muestra al barco con un calado muy bajo, indicativo de que podría estar vacío.
Jorge Piñón, investigador de la Universidad de Texas, ha señalado que, tras su salida de aguas cubanas, el destino inmediato del Eco Fleet fue la capital jamaicana, aunque el futuro del buque y su carga sigue siendo incierto. Las autoridades cubanas aún no han emitido comentarios oficiales sobre este particular, mientras que la comunidad internacional observa de cerca los desarrollos futuros relacionados con este incidente marítimo.
