La propagación del chikungunya en Cuba ha entrado en una fase crítica, según reportes de personal médico y residentes de diversas provincias del país. El incremento sostenido de contagios está provocando colapsos en hospitales y policlínicos, donde la demanda supera ampliamente la capacidad real de atención.
En las últimas jornadas, centros asistenciales de La Habana, Santiago de Cuba, Holguín, Matanzas y Guantánamo han recibido un volumen creciente de pacientes con fiebre elevada, dolores articulares severos, erupciones cutáneas y malestares que se prolongan durante días. Ante este panorama, médicos de varios territorios reconocen que el aumento es “mucho más acelerado” de lo previsto y que la situación sanitaria se encuentra al límite.
En distintos hospitales, los pasillos se han convertido en áreas improvisadas para la atención de pacientes debido a la falta de camas disponibles. Algunos servicios de urgencias trabajan bajo condiciones de saturación extrema, con demoras prolongadas en la clasificación de enfermos y carencias de analgésicos, sueros y reactivos para confirmar los diagnósticos.
La población también percibe el deterioro: consultorios y policlínicos se encuentran abarrotados desde temprano en la mañana, mientras numerosas personas reportan que deben recorrer varias instituciones hasta encontrar atención. En redes sociales abundan las denuncias de familias completas afectadas, muchas de ellas sin recibir tratamiento adecuado por la escasez de medicamentos y la falta de brigadas de fumigación continuadas.
Especialistas señalan que el avance del chikungunya ocurre en pleno deterioro del saneamiento básico, marcado por acumulación de basura, aguas estancadas y fallos en la recogida de desechos, condiciones que favorecen la reproducción del mosquito Aedes aegypti. A esto se suma la crisis epidemiológica previa por otros virus febriles que ya mantenía bajo presión a los servicios de salud.
Hasta el momento, el Ministerio de Salud Pública no ha publicado cifras actualizadas sobre la magnitud del brote, lo que incrementa la incertidumbre entre la población. Sin embargo, la tendencia observada en los centros asistenciales apunta a un crecimiento acelerado de los casos y a un sistema sanitario altamente vulnerable, que enfrenta uno de los escenarios más complejos de los últimos años.
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