En Cuba, la presencia de indigentes en las calles se ha vuelto más notoria, con miles de personas viviendo en condiciones extremadamente precarias, recurriendo a la mendicidad y, en muchos casos, alimentándose de residuos. Las autoridades cubanas han reconocido oficialmente la existencia de aproximadamente 3,700 personas en esta situación, aunque las cifras reales podrían ser mayores.
Durante una reciente reunión del Consejo de Ministros, la Ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó Cabrera, ofreció una perspectiva oficial sobre este fenómeno, describiéndolo como resultado de una «conducta deambulante» y un «trastorno del comportamiento humano multicausal». Según la ministra, este estilo de vida se caracteriza por la inestabilidad residencial, la falta de autocuidado y autonomía económica, y la ausencia de un proyecto de vida estable.
Feitó Cabrera enfatizó que muchos de los afectados presentan una inclinación a transgredir las normas de convivencia y disciplina social, y restó importancia a las condiciones socioeconómicas como factores predominantes en esta problemática. Sin embargo, reconoció la existencia de desafíos significativos como el envejecimiento poblacional, el déficit de vivienda, y los bajos ingresos y pensiones que no cubren las necesidades básicas.
En Cuba, existen nueve «Centros de Protección Social» destinados a ofrecer atención a las personas sin hogar. De acuerdo con datos oficiales, el 87% de los indigentes que acuden a estos centros son hombres, y la mayoría tienen entre 41 y 59 años. Además, un 30% de ellos son personas con discapacidad, un 24% presenta trastornos psiquiátricos y un 30% tiene patrones elevados de consumo de alcohol.
Por otro lado, Juan Carlos Alfonso, subdirector de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), en una entrevista con la agencia española EFE, admitió que las situaciones de vulnerabilidad y desigualdad han aumentado en la isla. Alfonso destacó el empeoramiento del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que considera la educación, la sanidad y el nivel de vida como indicadores clave del bienestar social.
Aunque el bloqueo económico de Estados Unidos fue mencionado como un factor contribuyente, Alfonso reconoció que las políticas económicas y monetarias internas que no han tenido éxito han exacerbado los problemas estructurales de Cuba, especialmente desde el 2020. Esta situación ha sido acompañada por escasez, inflación, frecuentes apagones y una creciente oleada migratoria.