Cuba enfrenta una profundización en su crisis de distribución de alimentos, desencadenada por la detención de operaciones financieras internacionales relacionadas con la compra de víveres. Este contratiempo surge en un momento crítico para la isla, ya afectada por una carestía general de alimentos y una inflación ascendente, desencadenando malestar social, especialmente en las regiones orientales.
El gobierno cubano reveló recientemente que el año pasado, un conjunto de cinco entidades bancarias internacionales suspendió sin previo aviso las operaciones de transacciones financieras destinadas a la adquisición de alimentos para la nación. Esta interrupción se debe a la inclusión de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo por parte de los Estados Unidos, un estatus que complicó significativamente las importaciones de alimentos, que constituyen la mayoría de los productos en la canasta básica distribuida a través de la Libreta de Abastecimiento.
La Libreta de Abastecimiento, una herramienta vital para la asignación de alimentos subsidiados o gratuitos a la población cubana, ha experimentado retrasos significativos en la distribución, fluctuando entre 40 y 105 días. Este retardo ha exacerbado la ya crítica situación de escasez de productos esenciales como arroz, frijoles, aceite, piezas de pollo y azúcar.
Durante una emisión en redes sociales denominada «Desde la Presidencia», conducida por el mandatario Miguel Díaz-Canel, el viceministro de la Inversión Extranjera, Oscar Pérez-Oliva, detalló las complicaciones surgidas por la negativa bancaria a procesar los pagos de Cuba hacia sus proveedores alimenticios. Pérez-Oliva vinculó directamente estas dificultades financieras a la decisión de Estados Unidos de mantener a Cuba en su lista negra de patrocinadores del terrorismo, una medida impuesta en los últimos días de la administración de Donald Trump y que no ha sido revertida por la administración actual de Joe Biden.
Aunque el gobierno cubano no ha especificado el volumen total de las transacciones afectadas ni los nombres de los bancos implicados, esta situación resalta los desafíos continuos que enfrenta la isla en el ámbito de las importaciones, incluso en sectores críticos como el de la salud.
La crisis actual subraya la vulnerabilidad de Cuba ante sanciones internacionales y obstáculos financieros, poniendo en relieve las dificultades que enfrentan los ciudadanos, en particular los más vulnerables, para acceder a alimentos básicos y otros recursos esenciales, en un contexto ya complicado por una inflación creciente y la escasez generalizada de bienes de primera necesidad.