Planta industrial con trabajadores y cartel publicitario

Nuevas fallas técnicas agravan el colapso eléctrico y amplían los apagones en Cuba

Dos averías registradas en la mañana de este lunes en centrales termoeléctricas del occidente cubano volvieron a tensionar el ya frágil Sistema Eléctrico Nacional (SEN), provocando un incremento significativo del déficit de generación y extendiendo los apagones a gran parte del país.

Según datos oficiales, a las 8:09 a.m. quedó fuera de servicio la Unidad 5 de la central termoeléctrica Máximo Gómez, tras detectarse un salidero en la caldera. Apenas minutos después, a las 8:27 a.m., se produjo la salida de la Unidad 3 de la termoeléctrica Ernesto Guevara de la Serna, en Santa Cruz del Norte, debido a un CAR B trancado. Ambas incidencias redujeron de forma inmediata la ya limitada capacidad de generación disponible.

El parte diario de la Unión Eléctrica de Cuba advirtió que la generación prevista resulta claramente insuficiente para cubrir la demanda durante el horario pico nocturno. Las proyecciones sitúan el consumo por encima de los 3.400 megawatts (MW), mientras que la disponibilidad apenas alcanzaría entre 1.400 y 1.500 MW, lo que deja un déficit cercano a los 2.000 MW. En la práctica, esto implica apagones simultáneos que podrían afectar a casi el 60 % del territorio nacional.

A estas nuevas roturas se suma un escenario ya marcado por múltiples unidades termoeléctricas fuera de servicio, tanto por averías prolongadas como por mantenimientos, así como por la paralización parcial de la generación distribuida, afectada por la falta de combustible y lubricantes. Esta combinación limita severamente la capacidad de respuesta del sistema ante picos de demanda.

La crisis energética se ha profundizado de forma sostenida desde mediados de 2024, cuando los déficits comenzaron a escalar y los apagones se volvieron más largos, frecuentes y generalizados. El deterioro de infraestructuras obsoletas, la insuficiencia de inversiones, el escaso mantenimiento acumulado y los problemas estructurales de abastecimiento han convertido la situación en un problema crónico, con efectos directos sobre la vida cotidiana de la población: desde la conservación de alimentos y medicamentos hasta el acceso al agua y las condiciones mínimas de habitabilidad.

Este escenario ha contribuido, además, a un creciente malestar social, reflejado en protestas espontáneas registradas en distintas localidades tras apagones prolongados, especialmente en horarios nocturnos. Lejos de ofrecer señales de estabilización, las nuevas averías confirman la vulnerabilidad extrema del sistema eléctrico cubano y la ausencia de soluciones de corto plazo.

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