La Habana, Cuba — Un nuevo y estremecedor incidente ocurrido en la capital cubana ha provocado indignación y consternación entre ciudadanos, luego de que un féretro con un cadáver cayera de un carro fúnebre mientras transitaba por una avenida céntrica, dejando al descubierto el grave deterioro del servicio funerario y la precariedad de infraestructuras básicas.
El hecho tuvo lugar en la avenida Carlos III, a la altura del semáforo de la intersección con Belascoaín, una zona de alto tránsito. Imágenes y un video difundidos en redes sociales por el usuario Lázaro González muestran el momento en que el féretro se desprende del vehículo y cae directamente sobre el pavimento, ante la mirada atónita de transeúntes.
Según testigos presenciales, el chofer y su ayudante continuaron la marcha sin advertir lo sucedido, y solo se detuvieron tras los gritos desesperados de personas que se encontraban en el lugar, entre ellas vecinos que recogían escombros tras el reciente derrumbe del Instituto Superior de Diseño (ISDI). El vehículo regresó entonces para recoger el cuerpo, en una escena descrita por presentes como dolorosa y humillante.
No es la primera vez que un hecho de estas características ocurre en La Habana. Incidentes similares han sido reportados en meses recientes, lo que refuerza la percepción ciudadana de un colapso progresivo de servicios esenciales, incluso aquellos vinculados a momentos de profundo respeto humano como la despedida de un ser querido.
Más allá del impacto visual, el suceso ha reavivado un debate social incómodo: la pérdida de estándares mínimos de dignidad, incluso después de la muerte. Vecinos y usuarios en redes sociales cuestionan la falta de mantenimiento de los vehículos fúnebres, la capacitación del personal y, sobre todo, la ausencia de respuestas oficiales ante hechos que se repiten.
Hasta el momento, no se ha emitido una explicación pública por parte de las autoridades responsables del servicio funerario ni se han informado medidas correctivas. Mientras tanto, la población se pregunta cuántas veces más deberán ocurrir episodios similares para que se asuman responsabilidades y se adopten soluciones reales en un sector tan sensible.
El incidente no solo refleja una falla puntual, sino que se suma a una cadena de señales que apuntan a un deterioro estructural más amplio, donde la normalización de lo inaceptable empieza a generar un profundo desgaste moral en la sociedad.
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