El caso de Iván García Pérez, un joven cubano de 26 años, ha generado conmoción entre la comunidad migrante y sus allegados en Estados Unidos. García, quien llegó al país en 2022 tras abandonar sus estudios de Medicina en Cuba, había continuado su formación con el objetivo de convertirse en enfermero registrado, además de mantener un comportamiento ejemplar y participar en labores benéficas.
De acuerdo con testimonios de su entorno, el joven estuvo donando de manera constante al hospital infantil St. Judedurante los últimos dos años, un gesto que ni siquiera su familia conocía hasta después de su detención. Su compromiso social y respeto por las leyes migratorias contrastan con la situación que enfrenta hoy: fue arrestado por agentes de ICE tras presentarse voluntariamente a una cita en corte, en cumplimiento de su proceso migratorio.
García Pérez posee una I-220A, documento que acredita su libertad bajo supervisión mientras avanza su caso ante las autoridades. Sin embargo, pese a haber acudido de forma responsable a su cita judicial y a haber aprobado recientemente el examen NCLEX, requisito esencial para ejercer como enfermero en Estados Unidos, fue detenido y trasladado a un centro de detención conocido como “Alcatraz de los Caimanes”.
Familiares y amigos, incluyendo antiguos compañeros de la escuela, han iniciado una campaña de apoyo públicosolicitando que se considere su historial intachable y su contribución a la comunidad antes de tomar cualquier decisión de deportación o prolongar su detención.
El caso de Iván García reabre el debate sobre los procedimientos migratorios de ICE y la situación de los jóvenes cubanos con I-220A, quienes, aun cumpliendo las normas y mostrando una evidente voluntad de integración, enfrentan un futuro incierto en los centros de detención estadounidenses.
Con información del periodista Javier Díaz
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