La Habana — Cuba continúa enfrentando una crisis energética sin precedentes, con un déficit de generación eléctrica que supera los 1.500 megavatios, según reportes técnicos del Sistema Electroenergético Nacional (SEN). Esta situación ha intensificado los apagones prolongados que ya afectaban a gran parte de la isla, especialmente en las provincias orientales, donde se reportan cortes de electricidad de entre 13 y 18 horas diarias.
Mientras en La Habana el foco mediático está puesto en el amplio despliegue de seguridad en el Tribunal Militar de Marianao, donde se celebra el juicio contra el exministro de Economía Alejandro Gil Fernández, la realidad cotidiana de millones de cubanos sigue marcada por la oscuridad y el agotamiento.
El déficit actual, según especialistas del sector eléctrico, se debe a una combinación de averías en las principales termoeléctricas, escasez de combustible y la falta de piezas de repuesto necesarias para mantener las plantas en funcionamiento. La situación se agrava con la obsolescencia del sistema de distribución, que acumula décadas sin renovación tecnológica.
En los barrios y comunidades más afectadas, la población ha normalizado los apagones como parte de la rutina diaria. Familias enteras cocinan en la madrugada cuando regresa el servicio, conservan alimentos en hieleras improvisadas y utilizan lámparas recargables o generadores artesanales para sobrellevar las largas horas sin electricidad.
Comerciantes y cuentapropistas también se ven seriamente afectados. Algunos han debido reducir sus horarios o suspender actividades, mientras que hospitales y centros de salud enfrentan tensiones constantes para mantener en operación equipos esenciales mediante plantas de emergencia.
En redes sociales, los cubanos expresan su frustración con ironía y resignación. “Cuando viene la luz, es noticia”, escribió un usuario desde Santiago de Cuba, reflejando el sentir colectivo ante una crisis energética que parece no tener fin.
Pese a los esfuerzos anunciados para incrementar la generación y estabilizar el sistema, la escasez de combustible y los daños acumulados en la infraestructura eléctrica mantienen a buena parte del país en una situación crítica, con pocas señales de mejora a corto plazo.
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