En medio del caos y la desesperación provocados por el huracán Melissa en la región oriental de Cuba, una historia ha conmovido profundamente a miles de personas en redes sociales. Se trata de la imagen de un perro abandonado durante las evacuaciones, que se ha convertido en símbolo del sufrimiento de los más inocentes en medio del desastre.
Según relató el periodista Alexander Ríos Cruz, el animal fue dejado atrás mientras su dueño era evacuado en un helicóptero militar. Nadie conocía su nombre, pero todos fueron testigos de su angustia. Se le vio vagando entre el fango y la hierba húmeda, mirando hacia el cielo mientras el helicóptero se alejaba. Aulló una sola vez, como si despidiera a su amigo humano con un mensaje que conmovió a quienes lo vieron:
«Anda viejo, yo cuidaré de la casa. Aquí te espero.»
La nota publicada por el diario oficial Granma trató de presentar la escena como un “acto de emergencia inevitable”, sin detenerse en la carga emocional del abandono. Sin embargo, para muchos cubanos, la historia refleja algo más profundo: la falta de políticas reales de protección animal y la frialdad institucional frente a quienes no pueden alzar la voz.
Durante los últimos años, los desastres naturales han expuesto con crudeza la desprotección de los animales domésticos en Cuba, donde la evacuación prioriza únicamente a los seres humanos. Activistas y rescatistas independientes han denunciado en reiteradas ocasiones la ausencia de protocolos que permitan salvar también a los animales, considerados por muchos como parte esencial de la familia.
El relato del perrito abandonado no solo ha tocado fibras sensibles, sino que ha desatado un debate sobre la empatía, la responsabilidad y la humanidad en tiempos de crisis. En medio del desastre, su imagen permanece como una dolorosa metáfora del país: fiel, noble y resistente, pero muchas veces dejado atrás.
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