En un debate televisado poco común por su franqueza, periodistas cienfuegueros reconocieron públicamente lo que durante años ha sido evidente para la ciudadanía y lo que CubaHerald viene denunciando de manera constante: la falta de acceso a la información, la censura y el retraso sistemático en la comunicación de hechos relevantes para la población.
La revista Impacto, transmitida por la televisión local, se convirtió en escenario de un contrapunteo en el que los propios comunicadores oficiales describieron, sin rodeos, los muros que enfrentan a diario. Uno de ellos lo resumió en una frase que debería ser titular en cualquier medio independiente: “Tenemos muros en la prensa… hay que pedirle permiso a un ministro, mandar una carta al nivel central y esperar días para dar una respuesta que debería salir en el momento.”
Este reconocimiento público es demoledor. Confirma que los periodistas no solo trabajan en condiciones materiales precarias, sino que además operan bajo un sistema en el que la información está subordinada a la aprobación política. “Estamos perdiendo credibilidad”, admitió otro profesional, consciente de que cuando un noticiero da la noticia tres días más tarde de que ocurra —y solo después de recibir la luz verde de algún funcionario—, el público ya se informó por Facebook, por medios extranjeros o por vecinos con un teléfono en mano.
El programa dejó en evidencia la contradicción de fondo:
- Por un lado, se proclama que la prensa cubana es “del pueblo y para el pueblo”.
- Por el otro, los propios periodistas confiesan que no pueden publicar sin autorización previa, que deben cuidar “qué enfoque darle” y que muchas veces se limitan a justificar lo sucedido cuando la presión social se vuelve insostenible.
Uno de los participantes lo expresó con claridad: “Todavía no nos quitamos de encima el miedo de decir lo que debe decirse… porque puede tener consecuencias.” Otro añadió que la falta de debate es alarmante: “No estamos preparados para escuchar opiniones contrarias… cuando algo no gusta, la reacción es frenar, censurar o llamar la atención al periodista.”
El resultado es una prensa que, en palabras de uno de los panelistas, se ha vuelto “la última en llegar a los hechos”. Y mientras tanto, la población percibe lo evidente: que los noticieros priorizan actos, homenajes y consignas antes que informar de manera oportuna sobre apagones, escasez de gas o crisis en los servicios básicos. La credibilidad, como reconocieron los propios periodistas, está en caída libre.
Los comentarios de la audiencia en plataformas digitales no tardaron en reforzar la crítica. “En Cuba no hay periodismo, ustedes hacen propaganda”, escribió un usuario, aunque reconoció la valentía de exponer el tema en televisión. Otros calificaron el debate de “valioso, pero insuficiente”, recordando que el verdadero periodismo implica señalar responsables, preguntar incómodamente y dar respuestas inmediatas, no esperar a que llegue la autorización oficial.
La ironía es amarga: mientras se admiten muros, permisos y censura, la misma prensa oficial intenta rescatar una credibilidad que ya fue arrebatada por la inmediatez de las redes sociales y los medios independientes. Lo que debería ser una autocrítica profunda se convierte, más bien, en la constatación de un sistema que no confía en sus propios comunicadores y que prefiere perder audiencia antes que soltar el control de la palabra.
La conclusión quedó dicha por uno de los propios panelistas, con una sinceridad que trasciende lo anecdótico: “Lo más doloroso es la pérdida de credibilidad… y sucede, todavía sucede, y seguirá sucediendo.”
Una frase que confirma lo que el pueblo ya sabe… y lo que CubaHerald ha advertido una y otra vez: en Cuba, la verdad sigue teniendo que pedir permiso antes de publicarse.
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