El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, generó nuevas tensiones regionales durante su participación virtual en la XIII Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP, al reafirmar su “apoyo inquebrantable” a Venezuela y acusar a Estados Unidos de utilizar la lucha contra el narcotráfico como pretexto para justificar un despliegue militar en el Caribe.
En su intervención, Díaz-Canel calificó las acciones de Washington como una “amenaza a la paz” y una violación del Derecho Internacional. Incluso fue más allá al declarar que Estados Unidos es “el Estado más narco que hay en el mundo”, acusando a esa administración de financiar planes contra Caracas y de lanzar acusaciones sin pruebas contra el presidente Nicolás Maduro.
Críticas dentro y fuera de Cuba
Las declaraciones no han pasado desapercibidas. Para algunos sectores, la postura oficial representa un gesto de solidaridad regional. Sin embargo, otros la interpretan como una distracción política, en un momento en que Cuba enfrenta una crisis interna marcada por desabastecimiento, apagones y deterioro de los servicios básicos. Según estos críticos, el discurso internacional desplaza la atención sobre las necesidades más urgentes de los ciudadanos en la isla.
¿Un conflicto en puertas?
En paralelo, la tensión creció tras el despliegue de tres destructores estadounidenses con misiles guiados cerca de aguas venezolanas, en el marco de una operación antidrogas. Washington también elevó a 50 millones de dólares la recompensa por la captura de Maduro, lo que fue respondido por Caracas con la movilización de millones de milicianos.
Aun así, varios analistas consideran que una intervención militar directa por parte de Estados Unidos es poco probable, dado que las principales figuras de la administración Trump han privilegiado la política de “máxima presión” mediante sanciones económicas, sin mostrar apoyo suficiente para una operación armada de gran escala.
Una desconexión evidente
La defensa de Venezuela por parte de La Habana reafirma un compromiso ideológico histórico, pero al mismo tiempo resalta la desconexión entre el discurso oficial y las preocupaciones cotidianas de la población cubana. Para muchos ciudadanos, la insistencia en los conflictos externos contrasta con la falta de soluciones concretas frente a la inflación, la escasez de alimentos y la crisis energética que marcan la vida diaria en la isla.
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