En un giro sin precedentes en el contexto geopolítico del conflicto palestino-israelí, varios países árabes y musulmanes, entre ellos Qatar, Arabia Saudita y Egipto, respaldaron una declaración conjunta que exige a Hamas desarmarse y ceder el control político en la Franja de Gaza al Gobierno Autónomo Palestino, con el acompañamiento de una misión internacional temporal. El documento fue presentado durante una conferencia auspiciada por Arabia Saudita y Francia en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, y respaldado por la Liga Árabe, la Unión Europea y otros 17 Estados.
La declaración, calificada como \»histórica\» por el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, establece que la solución al conflicto debe pasar por el restablecimiento de la autoridad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) sobre todos los territorios palestinos, con el apoyo de la comunidad internacional. En ese marco, se insta a Hamas a renunciar al poder y entregar sus armas, como condición para alcanzar una salida negociada a la guerra en Gaza y avanzar hacia la creación de un Estado palestino soberano e independiente.
La declaración también condena explícitamente el ataque del 7 de octubre de 2023, perpetrado por Hamas contra Israel, lo que marca una ruptura discursiva en los pronunciamientos históricos de buena parte del mundo árabe. Además, propone el despliegue de una fuerza internacional temporal de estabilización bajo mandato de Naciones Unidas y por invitación del Gobierno Autónomo Palestino, con contribuciones militares ofrecidas por varios Estados firmantes.
Esta postura representa una presión sin precedentes sobre Hamas desde el ámbito árabe-musulmán, tradicionalmente más ambiguo o reservado frente al accionar del grupo islamista. Tanto Qatar como Egipto, mediadores clave en las negociaciones de alto el fuego con Israel, han mantenido contactos con Hamas a lo largo del conflicto, aunque ya en marzo pasado un borrador del plan egipcio para Gaza planteaba la exclusión de Hamas del gobierno postbélico.
En paralelo, Francia y Reino Unido han anunciado que reconocerán formalmente al Estado palestino en septiembre si no se concreta un cese al fuego en Gaza, decisión que ha sido fuertemente rechazada por Israel y Estados Unidos. La presión diplomática sobre el gobierno israelí crece en medio de una creciente división internacional respecto a la viabilidad de una solución de dos Estados. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se mantiene firmemente opuesto a dicha opción, argumentando que representa un riesgo para la seguridad nacional.
Por su parte, Hamas no ha emitido ninguna señal clara de que esté dispuesto a abandonar el poder, aunque algunos de sus líderes han dado declaraciones contradictorias sobre el rol del movimiento en una hipotética administración civil de Gaza tras la guerra.
La declaración conjunta, por su contenido y por los actores que la respaldan, representa uno de los intentos más articulados desde el mundo árabe para reconfigurar el escenario político palestino, y abre una nueva etapa de presión diplomática tanto sobre Hamas como sobre Israel. En un contexto de crisis humanitaria y creciente aislamiento regional, los próximos pasos dependerán en gran medida de la respuesta del liderazgo palestino y del equilibrio de poder entre las potencias implicadas.
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