A las 7:50 de la noche de este domingo, 1.800 megavatios estaban fuera de servicio en Cuba, una cifra muy por encima del pronóstico energético oficial, y todavía sin alcanzar el pico de demanda nocturna. La situación, que se ha vuelto crónica, refleja una crisis energética profunda que afecta a todos los sectores del país y desgasta emocional y físicamente a la ciudadanía.
El canal oficial Canal Caribe informó del dato sin aportar detalles sobre soluciones inmediatas, mientras crece el malestar social por la falta de respuestas y medidas efectivas. La falta de transparencia y de planificación efectiva ha llevado a muchos cubanos a expresar su frustración en redes sociales, en especial en Facebook, donde los comentarios reflejan un sentimiento colectivo de abandono y desesperanza.
«Padre amado toma el control de tu pueblo! El colapso es total…», escribió una usuaria, visiblemente desesperada por la situación.
Las críticas no se limitan a la dimensión emocional. Muchas voces apuntan directamente a la falta de responsabilidad de las autoridades:
«Estamos condenados a la miseria y la penumbra», lamentó Claudia Soto, alertando que un médico no puede operar sin descanso, un niño no puede estudiar sin luz, y un chofer no puede conducir con seguridad.
La crisis ha cruzado la línea del agotamiento físico para convertirse en un fenómeno de desgaste moral colectivo. Comentarios como el de Nelson G. López Rivero reflejan una creciente ruptura del pacto social:
«¿De qué nos quejamos? El 1ro de mayo vuelvan a llenar la Plaza en respaldo al gobierno que nos tiene así. Merecemos todo lo que tenemos.»
A medida que los apagones se extienden —con algunas zonas reportando más de 20 horas sin servicio eléctrico— también se intensifican las críticas a los dirigentes:
«¿Y al lado de qué pueblo están nuestros dirigentes en momentos como estos?», cuestionó Alexis Ajeta, quien señaló la desconexión entre la dirigencia y las penurias cotidianas de la población.
Otros, como Rocío Mondeja, fueron directos al identificar el origen del problema como «ineficacia, ineficiencia, incompetencia», mientras Jesse Galafet advirtió que «el presidente debe revertir esto en julio, como prometió», si desea mantener credibilidad.
La indignación no se limita a las críticas aisladas. Muchos ciudadanos denuncian que mientras unos pocos parecen disfrutar de un suministro eléctrico estable, la mayoría vive bajo un esquema de racionamiento brutal:
«Solo dos horas de corriente, sin agua, sin descanso, sin esperanza. Esto no tiene nombre.», expresó Marisol Paz desde Boca de Camarioca.
Incluso algunos advierten que el sistema energético nacional podría estar al borde del colapso, como alertó Yoan Hernández:
«Empezaron a subir y subir, en cualquier momento colapsa el sistema. Esto no da más, por Dios.»
Pese a las reiteradas promesas de «apagones controlados y planificados», la realidad diaria desmiente cualquier planificación efectiva. A las carencias técnicas se suma una evidente falta de confianza ciudadana en las autoridades responsables del sector energético.
Mientras tanto, el país entero permanece sumido en la oscuridad física y cívica, con una población extenuada, sin opciones reales para exigir soluciones y con la sensación creciente de que la miseria se ha normalizado como política de gestión.
La pregunta que muchos cubanos se hacen es clara: ¿hasta cuándo?
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