En lo que parecía un intento de “mudanza exprés”, varios individuos protagonizaron un robo poco discreto y muy ambicioso en el reparto Caribe, donde intentaron llevarse una nevera industrial completa, junto con alimentos, materias primas y efectivo, del negocio privado de Yaimé, una joven emprendedora que administra un punto de venta en la esquina del 4 Oeste y 14 Norte.
El insólito robo, más parecido a un traslado logístico que a una operación sigilosa, fue rápidamente detectado por vecinos y denunciado a las autoridades. Gracias a la acción oportuna de los cuerpos de seguridad, la mayoría de los bienes sustraídos fue localizada en un apartamento cercano y restituida a su legítima propietaria.
Aunque el intento delictivo fue fallido, el incidente resalta una realidad cada vez más alarmante: los pequeños negocios privados no solo enfrentan apagones, inflación, y escasez de insumos, sino también la inseguridad creciente en muchas comunidades cubanas. Inseguridad que no siempre se resuelve con tanta rapidez.
En este caso, Yaimé ha logrado reanudar su trabajo gracias a la recuperación parcial de lo robado, aunque el susto y las pérdidas no se olvidan fácilmente. Para ella, como para muchos cuentapropistas en Cuba, la resiliencia no es una opción, sino una obligación diaria.
Por su parte, los presuntos implicados tendrán que enfrentar consecuencias legales. Esta vez, la ley les llegó antes que el refrigerador al mercado informal, y lo único que les espera es el frío de la celda, no el de una cámara de conservación.
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