Santiago de Cuba – 22 de mayo de 2025 – La noche del miércoles estuvo marcada por protestas espontáneas en varias localidades del oriente cubano, particularmente en Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo, donde decenas de vecinos tomaron las calles en señal de descontento por los prolongados apagones que afectan a la región. En barrios como Altamira, Vista Hermosa y Mariana de la Torre, los manifestantes golpearon cacerolas, corearon consignas como “¡Queremos luz!” y “¡Comida y corriente!”, y exigieron respuestas ante lo que califican como un colapso prolongado del Sistema Electroenergético Nacional (SEN).
La Unión Eléctrica (UNE) reconoció que el país enfrenta un déficit de generación de hasta 1.770 MW en horas pico, afectando prácticamente a todo el territorio nacional. En las provincias orientales, los apagones superan en muchos casos las 10 horas diarias, con zonas que han reportado interrupciones de hasta 20 horas consecutivas, mientras que en La Habana, las interrupciones se han planificado por bloques de cuatro horas. Las condiciones de vida se deterioran aceleradamente en estos territorios, donde además de la electricidad, escasean el agua, el combustible y los alimentos.
Durante una comparecencia televisiva, el director de la UNE, Alfredo López Valdés, admitió que la situación es “grave” y que existen “dificultades para rotar los circuitos”. Aunque pidió “combatir” la crisis con unidad, sus palabras no lograron contener la creciente molestia. La indignación aumentó tras un comentario del jefe del Departamento de Electricidad del Ministerio de Energía y Minas, Lázaro Guerra, cuya actitud fue percibida por muchos como desconectada y evasiva, generando mayor malestar entre los afectados.
“Dicen que comprenden el problema, pero lo hacen como si no tuvieran responsabilidad en lo que pasa”, señaló María, una residente de Santiago de Cuba que participó en las protestas. “Es hora de que asuman su responsabilidad o den un paso al lado”, expresó, reflejando el sentir generalizado de una ciudadanía que considera agotadas las explicaciones oficiales frente a una crisis que afecta todos los aspectos de la vida cotidiana.
En Baracoa, un grupo de vecinos se concentró en la calle, bajo la oscuridad, para exigir explicaciones a las autoridades locales, mientras que en Santiago de Cuba se reportó la presencia de patrullas policiales en zonas de protesta, lo que, lejos de calmar, tensionó aún más el ambiente. Los videos y testimonios que circulan en redes sociales dan cuenta del nivel de desesperación de una población que siente que la situación se vuelve insostenible.
La infraestructura eléctrica del país, basada en termoeléctricas con más de cuatro décadas de explotación, enfrenta fallas recurrentes y una crónica falta de mantenimiento, agravada por la escasez de combustible derivada de la baja disponibilidad de divisas. Aunque se han iniciado proyectos de energía renovable, como el parque solar La Barbarita, estos no logran paliar una demanda que requiere, según expertos, una inversión estimada en 10.000 millones de dólares para una verdadera modernización del sistema.
Las declaraciones oficiales, en las que se promete “no descansar hasta resolver la situación”, contrastan con una realidad de frustración y agotamiento. “No queremos más discursos, queremos soluciones reales”, expresó un joven en Holguín. La referencia a protestas anteriores como las del 11 de julio de 2021 y 17 de marzo de 2024, también motivadas por apagones, resuena con fuerza en las calles.
Ante un escenario cada vez más complejo, la ciudadanía exige acciones concretas y urgentes. Mientras tanto, la pregunta que comienza a repetirse con insistencia es: ¿hasta cuándo podrá sostenerse este nivel de precariedad sin una respuesta estructural y efectiva?
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