En medio de un escenario marcado por la precariedad del sistema ferroviario cubano, las autoridades locales de Camagüey han iniciado la rehabilitación de varios tramos críticos del ferrocarril del norte, una vía histórica que atraviesa buena parte del oriente y centro del país. Las acciones, previstas para extenderse durante todo el mes de mayo, se centran en la sustitución de traviesas de madera y la reparación de siete de los puentes con mayor desgaste estructural, incluido el emblemático puente del Río Máximo, ubicado en el kilómetro 287, en la zona de Senado.
El diagnóstico técnico no deja lugar a dudas: el estado general de la infraestructura en este tramo es considerado entre regular y deficiente, según datos oficiales. La rehabilitación es una intervención tardía sobre un trazado cuya degradación ha sido visible durante años, consecuencia directa de la falta de mantenimiento sistemático, de inversión en materiales duraderos y de una planificación a largo plazo que contemple la sostenibilidad del transporte público y de carga.
Para avanzar en las obras en el puente del Río Máximo —uno de los puntos neurálgicos de la línea— ha sido necesaria la participación de equipos especializados como grúas hincapilotes y trenes de auxilio. Según los responsables del proyecto, los pilotes ya han sido colocados y sólo resta adaptar sus extremos a la altura del puente y montar los cabezales que servirán de base a la estructura superior. Estas tareas, de concluirse según lo previsto, permitirán reanudar la circulación de trenes de carga y pasajeros a partir de julio.
Uno de los anuncios que más expectativa ha generado es la posible reanudación del servicio entre Nuevitas y Santa Clara, suspendido desde hace más de dos años. El regreso de esta conexión ferroviaria beneficiaría a numerosas comunidades rurales de las provincias del norte cubano, donde la movilidad depende en gran medida de la red ferroviaria, dada la escasez crónica de otros medios de transporte.
Las labores de recuperación incluyen también la limpieza de la cama de la vía, el desbroce de la franja ferroviaria y el mantenimiento de los accesos a los puentes, indispensables para mantener la nivelación del tendido. La Unidad Empresarial de Base Vías y Puentes Camagüey —adscrita a la empresa territorial Solcar— está a cargo de 101 kilómetros del trayecto que conecta Esmeralda con Tiffin, así como de tramos de la línea central comprendidos entre los kilómetros 464 y 618.
El ferrocarril del norte, construido entre 1916 y 1919, fue una arteria esencial para el comercio de la industria azucarera durante las primeras décadas del siglo XX. Su trazado atraviesa las provincias de Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, y conecta los puertos de Caibarién y Nuevitas. En sus tiempos de esplendor, permitía el transporte directo entre el oriente del país y La Habana, consolidando así una red logística vital para el desarrollo económico.
Sin embargo, el deterioro acumulado en las últimas décadas ha convertido esta línea en un símbolo del retroceso de la infraestructura ferroviaria nacional. Lo que fue una columna vertebral del transporte interprovincial ha quedado relegado a un uso marginal, afectado por la escasez de recursos, el envejecimiento del material rodante y la ausencia de una estrategia integral para su modernización.
Si bien los trabajos actuales representan un avance necesario, también son reflejo de una política reactiva que responde a la urgencia más que a la previsión. La recuperación de este tramo del ferrocarril, aunque bienvenida por los habitantes de la región, plantea interrogantes sobre la viabilidad del sistema ferroviario en su conjunto y la voluntad de transformarlo en un eje funcional y moderno dentro del panorama nacional.