Una denuncia enviada por docentes de la Escuela Primaria Pedro María Rodríguez, ubicada en el municipio 10 de Octubre, ha encendido las alarmas sobre la grave situación higiénico-sanitaria que enfrentan los estudiantes del centro, especialmente los más pequeños. Las imágenes descritas por el colectivo de trabajadores de la educación no dejan lugar a dudas: se trata de un problema serio, persistente y profundamente preocupante.
Según relatan quienes forman parte de la comunidad escolar, junto a las aulas de preescolar —donde acuden niños de tan solo cuatro y cinco años— se ha formado un vertedero de basura expuesto, en el que se acumulan desechos sólidos, restos en estado de descomposición y, en algunos casos, incluso animales muertos. La cercanía de este foco de infección con los salones donde los menores aprenden y juegan ha generado inquietud y malestar entre docentes y familiares.
Pero lo más inquietante de esta denuncia pública es que el vertedero se encuentra directamente frente al comedor escolar, lugar donde se preparan y sirven los alimentos para todos los estudiantes. Según indican los maestros, el hedor es constante y penetrante, afectando no solo el ambiente, sino también las condiciones mínimas de higiene para manipular y consumir alimentos.
“La situación es insostenible y no puede seguir normalizándose. Cocinar en esas condiciones es un atentado contra la salud pública, y más aún cuando los principales afectados son niños pequeños”, escribieron en la declaración remitida a CubaHerald.
La comunidad educativa solicita, de forma urgente, una respuesta concreta por parte de las autoridades locales. Entre las demandas figuran la retirada inmediata de los desechos, la desinfección del área afectada y la implementación de medidas sanitarias permanentes para evitar que la escuela se convierta, en palabras de los denunciantes, en “un foco de enfermedad”.
Este tipo de situaciones, que lamentablemente no son aisladas, evidencian las tensiones estructurales que enfrenta el sistema educativo cubano: infraestructuras deterioradas, servicios de mantenimiento irregulares y una gestión que muchas veces deja al personal docente y administrativo solo ante el deterioro. Mientras se celebran en los medios oficiales campañas sobre la importancia de la niñez y la calidad de la educación, en el terreno, las escuelas luchan por garantizar lo más básico: un entorno limpio y seguro.
“El derecho a la educación también incluye el derecho a estudiar en condiciones dignas”, subraya la carta. “No se puede exigir rendimiento académico cuando los niños tienen que convivir con moscas, olores nauseabundos y riesgo constante de enfermedades”.
Padres y vecinos han comenzado a movilizarse, exigiendo explicaciones a las autoridades de los sectores de Salud Pública, Educación y Gobierno municipal. De momento, no se ha emitido ninguna respuesta oficial, a pesar de que, según testigos, la situación ha sido reportada en más de una ocasión.
Desde CubaHerald, nos sumamos al llamado de quienes, con valentía, rompen el silencio para defender el bienestar de los más vulnerables. No hay justificación posible para que una escuela primaria funcione junto a un basurero abierto. La infancia cubana merece más que discursos: merece condiciones reales para aprender, crecer y jugar en salud. El tiempo de esperar ya pasó.