A plena luz del día, y en una zona transitada donde operan cámaras de seguridad, un hombre fue asesinado el pasado 27 de abril tras salir de una visita supervisada con su hijo. Alberto Vallejo Pérez, ingeniero mecánico de 36 años, fue atacado a tiros dentro de su vehículo, en un crimen que, según testigos y familiares, no dejó margen de duda: no fue un robo, ni una acción fortuita, sino una ejecución directa.
Según los primeros reportes, Vallejo fue interceptado por un individuo a bordo de una motocicleta cuando se disponía a retirarse del Centro de Convivencia Infantil de Ecatepec, donde había pasado parte del día con su pequeño hijo. El ataque se produjo en las inmediaciones del Hospital Polanco, en el municipio vecino de Coacalco, una franja urbana densamente poblada y equipada con vigilancia electrónica, lo que ha aumentado la presión ciudadana sobre las autoridades para esclarecer los hechos.
El crimen ocurre en medio de una batalla legal por la custodia del menor, un proceso que, de acuerdo con personas cercanas a la víctima, tenía programada una audiencia clave para el lunes siguiente. Vallejo nunca llegó. Su muerte deja interrogantes aún sin respuesta y ha despertado una oleada de indignación en redes sociales bajo la etiqueta #JusticiaParaBeto, que exige al Estado actuar con prontitud y transparencia.
La familia del ingeniero ha manifestado su profunda consternación por la falta de avances en las investigaciones y ha solicitado formalmente a la Fiscalía General de Justicia del Estado de México que se pronuncie sobre los avances del caso. También han pedido acceso a los videos de las cámaras de vigilancia públicas y privadas en el área, señalando que las autoridades disponen de los medios tecnológicos necesarios para identificar a los responsables.
Vallejo, descrito por sus allegados como un hombre trabajador, alegre y dedicado a su hijo, no tenía antecedentes penales ni se le conocían conflictos personales o amenazas previas. Su entorno más próximo descarta cualquier móvil relacionado con el crimen organizado o con conflictos ajenos al proceso de custodia. “Era un hombre noble, centrado en construir un futuro para su hijo. No tenía enemigos”, declaró un familiar bajo condición de anonimato.
El caso se inscribe en un contexto más amplio de violencia familiar y de género en México, donde tanto hombres como mujeres involucrados en procesos de separación o custodia enfrentan riesgos significativos cuando el conflicto escala. Sin embargo, los delitos de este tipo rara vez tienen consecuencias inmediatas para los agresores. La impunidad, incluso en crímenes cometidos en espacios públicos y con evidencia disponible, sigue siendo una constante preocupante.
Mientras la comunidad espera respuestas, la muerte de Alberto Vallejo se suma a una larga lista de víctimas cuya búsqueda de justicia se convierte en una lucha paralela a la pérdida. En este caso, la exigencia es clara: que el asesinato no quede impune y que el derecho a convivir con un hijo no sea pagado con la vida.
Nota: Con información de la Tijera