Washington, D.C. – La administración del presidente Joe Biden tiene previsto anunciar este martes la eliminación de Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, según informaron a la agencia Associated Press (AP) altos funcionarios estadounidenses que solicitaron el anonimato. Este movimiento, que representa un cambio significativo en la política exterior hacia la isla, podría revertirse rápidamente con la inminente llegada al poder del presidente electo Donald Trump y su equipo.
El Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca ha evitado hacer comentarios públicos sobre esta decisión, que marca uno de los últimos actos de Biden en sus esfuerzos por redefinir las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Sin embargo, las expectativas de que este cambio tenga un impacto duradero son limitadas, ya que Trump y su designado secretario de Estado, Marco Rubio, han dejado claro su compromiso de reinstaurar sanciones más estrictas contra el gobierno cubano.
El trasfondo histórico de la designación
La inclusión de Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo, vigente desde 1982, se basó en acusaciones de apoyo a movimientos guerrilleros y a líderes vinculados con actividades terroristas. En 2015, durante la administración de Barack Obama, la designación fue eliminada tras un proceso de normalización diplomática que buscaba fomentar la cooperación entre ambos países.
Sin embargo, en los últimos días de su primer mandato, Trump reinstauró la designación en enero de 2021, alegando razones como el respaldo de Cuba al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela y su negativa a extraditar a líderes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, responsables de un ataque que dejó 22 muertos en Bogotá en 2019.
Implicaciones políticas y reacciones
El levantamiento de esta designación, aunque simbólico para algunos, tiene consecuencias prácticas importantes. La medida aliviaría ciertas restricciones económicas y financieras que afectan a la isla, incluyendo limitaciones en el comercio internacional y la imposibilidad de acceder a sistemas bancarios globales.
No obstante, el anuncio ha generado críticas inmediatas de figuras destacadas del Partido Republicano, incluido el senador Ted Cruz, quien calificó la decisión como «inaceptable» y aseguró que trabajará con Trump para revertirla. Cruz argumentó que el gobierno cubano continúa respaldando actividades desestabilizadoras en la región, mientras que Rubio, un ferviente crítico del régimen cubano, se espera que aborde el tema en su próxima audiencia de confirmación ante el Senado.
Organizaciones de derechos humanos y sectores prodiálogo, por su parte, han celebrado el posible cambio, argumentando que la designación no ha contribuido significativamente a mejorar la situación en Cuba ni a fomentar avances democráticos. La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, entre otros grupos, ha presionado durante años para que se elimine esta etiqueta, considerándola un obstáculo para el acercamiento y la ayuda humanitaria.
El futuro de la política hacia Cuba
La inminente transición en la Casa Blanca y la llegada de un equipo más conservador liderado por Trump y Rubio auguran un giro abrupto en la política hacia La Habana. Este posible cambio refuerza la polarización existente sobre cómo abordar las relaciones con Cuba, un tema que sigue siendo un punto crítico en la política estadounidense, especialmente en estados clave como Florida.
Mientras tanto, Cuba y sus aliados observan de cerca cómo las decisiones de última hora de Biden podrían impactar en el panorama geopolítico del Caribe, un escenario marcado por tensiones históricas y nuevas dinámicas regionales.