El exfutbolista brasileño Adriano Leite, conocido por su paso por el Inter de Milán, ha compartido en una carta abierta su batalla con el alcohol y la difícil relación que mantiene con su legado como una promesa del fútbol. En la publicación realizada en The Players’ Tribune, Adriano confiesa que bebe prácticamente todos los días y reconoce que la muerte de su padre fue un punto de inflexión en su vida.
Adriano explica que la presión por ser una figura del fútbol y la carga de expectativas lo llevaron al alcoholismo. “Bebo cada dos días, y los otros días, también”, comenta. Afirma que su adicción no es el resultado de una vida de fiestas o excesos, sino una forma de lidiar con la sensación de deuda que aún siente por no cumplir con todas las expectativas puestas en él.
La muerte de su padre, Almir Leite Ribeiro, conocido como ‘Mirinho’, fue un golpe devastador que cambió su vida por completo. Adriano relata que su padre fue herido por una bala perdida cuando él tenía solo diez años, y que las secuelas de ese incidente afectaron profundamente a su familia. “La muerte de mi padre cambió mi vida para siempre”, expresó, explicando que su padre nunca pudo recuperar su salud y que esta tragedia marcó el inicio de una serie de problemas en su vida.
Adriano también narra uno de sus momentos más difíciles en Italia, cuando pasó su primera Navidad lejos de su familia. Esa noche, tras una llamada con su madre, se sintió profundamente afectado y recurrió al alcohol para sobrellevar la tristeza y la soledad, bebiendo en exceso hasta perder el conocimiento.
En su carta, el exjugador describe cómo encontró refugio en la favela de Vila Cruzeiro, en Brasil, donde creció. Después de dejar el Inter de Milán, Adriano se refugió en su barrio natal, donde afirma sentirse en paz, libre de juicios y presiones. «Lo único que busco en Vila Cruzeiro es paz. Aquí camino descalzo, sin camiseta, solo con pantalones cortos. Juego al dominó, me siento en la acera, recuerdo mis historias de infancia, escucho música y duermo en el suelo”, expresó, aludiendo al confort y la seguridad que siente en el lugar que siempre ha considerado su hogar.
Además, Adriano revela que, a pesar de sus esfuerzos por cumplir con las expectativas de entrenadores como Roberto Mancini y José Mourinho, y de la paciencia del presidente del Inter, Massimo Moratti, nunca logró mantener un equilibrio duradero. Cada intento de mantenerse alejado del alcohol acababa en una recaída, lo que eventualmente lo llevó a alejarse del fútbol profesional.
Adriano concluye reflexionando sobre la vida simple que lleva en Vila Cruzeiro, rodeado de amigos y recuerdos, afirmando que en cada esquina de su barrio ve la figura de su padre.