La provincia de Camagüey, al igual que muchas otras regiones de Cuba, está sufriendo una crisis energética que parece no tener fin, con apagones que en algunas localidades se extienden hasta por 20 horas diarias. La falta de electricidad ha generado un clima de desesperación entre los ciudadanos, quienes sienten que la situación ha llegado a un punto límite, mientras el gobierno cubano sigue ofreciendo explicaciones que muchos consideran insuficientes y poco concretas.
«La vida se ha vuelto un infierno», comenta Yanelis, residente de un barrio de Camagüey, quien asegura que los cortes de electricidad no solo afectan el día a día, sino también el ánimo y la salud de su familia. «Estamos sin luz casi todo el día, no podemos cocinar ni guardar comida en el refrigerador, y cuando llega la noche, ni siquiera podemos dormir bien por el calor y los mosquitos», añade con frustración. Como Yanelis, muchos camagüeyanos han expresado su indignación ante la falta de soluciones reales por parte del gobierno, que lleva meses enfrentando una crisis energética que afecta a la mayor parte del país.
Las promesas de las autoridades, que culpan al bloqueo de Estados Unidos, la falta de combustible y el deterioro de las plantas termoeléctricas, han sido recibidas con escepticismo por la población. «Es la misma justificación de siempre. Lo que no nos dicen es cómo planean resolver esto a corto plazo. No se puede vivir así», señaló un vecino que prefirió mantener el anonimato.
La situación es especialmente grave en Camagüey, donde los ciudadanos se han visto obligados a reorganizar sus vidas en función de los largos periodos sin luz. «Mi negocio de dulces está prácticamente paralizado», lamenta Raúl, un pequeño emprendedor que depende de la electricidad para hornear. «Perdemos todo lo que hacemos porque los apagones no nos permiten almacenar ni producir lo necesario. Nos están asfixiando poco a poco».
El impacto no se limita al sector económico. Las familias también denuncian dificultades para conservar alimentos, cocinar y acceder al agua potable, debido a que las bombas de agua no funcionan sin electricidad. «No sabemos qué hacer, nos dicen que aguantemos, pero no se puede más», expresa María, madre de dos niños pequeños. «Ni siquiera tenemos agua cuando se va la luz, y eso es casi todo el día. Es una pesadilla».
La crisis energética ha desbordado el malestar social, y en varias localidades de Camagüey ya se han registrado protestas aisladas, con ciudadanos exigiendo respuestas y acciones más contundentes. «El pueblo está cansado, las personas salen a las calles porque no les queda otra opción», comenta una joven activista que ha participado en manifestaciones locales. «Nos dicen que tengamos paciencia, pero ¿hasta cuándo?».
Mientras tanto, las redes sociales se han llenado de quejas y llamados a una solución inmediata. «No se trata solo de un problema técnico, es un problema de gestión y de voluntad política», expresó un usuario en Twitter, señalando la falta de transparencia y comunicación por parte de las autoridades.
El gobierno cubano ha anunciado medidas para intentar paliar la situación, como la búsqueda de acuerdos internacionales para la importación de combustible y el fomento de fuentes renovables de energía, pero hasta ahora no se ha dado una fecha clara de cuándo se reducirá el impacto de los apagones.
La realidad es que, mientras no se tomen acciones inmediatas y concretas, los cubanos seguirán enfrentando una situación que muchos describen como «insostenible».