La cultura cubana está impregnada de leyendas y mitos que han viajado a través de generaciones, formando parte del imaginario colectivo de sus habitantes. Entre los seres más enigmáticos que habitan este mundo de cuentos y supersticiones se encuentra el Güije, un duende travieso y protector de la naturaleza, cuya leyenda ha sobrevivido por siglos en las zonas rurales de la isla.
El origen del Güije
El Güije, también conocido como Jigüe en algunas regiones de Cuba, se describe como una pequeña criatura, de apenas un metro de altura, con piel morena, una cabellera larga y desordenada, ojos saltones y dientes afilados. Los más ancianos en las zonas rurales afirman que este ser ha habitado los ríos, montañas y bosques de Cuba desde tiempos inmemoriales, protegiendo a la flora y fauna de quienes osen maltratarlas. Cualquier acción que dañe la naturaleza puede atraer la ira del Güije, quien se asegura de castigar a los infractores, ya sea haciendo que se pierdan en el monte o sembrando el miedo en sus corazones.
El origen de esta criatura parece remontarse a la época colonial, cuando los esclavos africanos fueron llevados a Cuba. Se dice que el Güije es una mezcla de creencias africanas y caribeñas, un ser que personifica los espíritus protectores de la naturaleza, combinado con los mitos locales que los pueblos originarios ya poseían. Esta criatura, como tantos otros mitos, servía no solo para contar historias, sino también para educar a las generaciones más jóvenes sobre el respeto al entorno natural.
Historias de ficción: El Güije en los pueblos cubanos
En el poblado de Santa María del Rosario, una pequeña comunidad al este de La Habana, los ancianos relatan que durante los días de más calor en verano, cuando los niños jugaban cerca del río, siempre había un aviso: “Cuidado con el Güije, que si no te portas bien, te lleva al monte y no vuelves más”. Los niños corrían de un lado a otro, pero la advertencia no evitaba que a veces la curiosidad los llevara a explorar más allá de lo permitido. Doña Rosita, una de las mujeres más viejas del pueblo, cuenta que hace años, su nieto Carlos desapareció durante una tarde de verano mientras jugaba cerca del río. A pesar de la búsqueda incansable por los vecinos, nunca lo encontraron. Los más supersticiosos aseguran que el Güije lo llevó, enfadado por la falta de respeto al río y sus alrededores.
Más al sur, en Guantánamo, la historia del Güije toma un tono ligeramente distinto. Aquí, el duende es visto no solo como un protector, sino también como un bromista. En una historia que se cuenta en San Antonio del Sur, un hombre llamado Ricardo afirma haber visto al Güije una noche mientras recogía agua en una charca. Según su relato, mientras llenaba su cubo, sintió una presencia detrás de él. Al volverse, vio la figura de un pequeño ser que lo miraba con una sonrisa astuta. Intentó hablarle, pero el ser desapareció entre los árboles antes de que pudiera reaccionar. Al día siguiente, cuando regresó a la charca, su cubo estaba lleno de hojas y ramas en lugar de agua. Aunque algunos piensan que Ricardo inventó la historia para asustar a los niños, otros aseguran que fue una broma del mismísimo Güije.
El Güije en la actualidad
En lugares turísticos como el Parque Natural Tope de Collantes, en Sancti Spíritus, la leyenda del Güije aún tiene vigencia. Durante las caminatas por los senderos de El Nicho, un lugar conocido por sus impresionantes cascadas y exuberante vegetación, muchos aseguran haber sentido la presencia del duende. “A veces, cuando estás solo en el bosque, escuchas risas de niños y ves sombras moviéndose rápidamente entre los árboles”, comenta Juan Carlos, un guía local. Según él, el Güije aún deambula por esas montañas, protegiendo las aguas cristalinas y asegurándose de que nadie dañe el entorno.
Historias como estas persisten, no solo como recuerdos del pasado, sino como una forma en que los cubanos conectan con su entorno y sus raíces. En muchos hogares rurales, los padres aún mencionan al Güije para enseñar a los más pequeños a respetar la naturaleza y mantenerse alejados de los peligros del monte.
El valor de las leyendas en la cultura cubana
La leyenda del Güije es solo una de las muchas que conforman el rico tapiz cultural de Cuba. Al igual que otros mitos populares, el Güije no solo es una historia para asustar a los niños o entretener en las noches de cuentos, sino que también sirve como un recordatorio del profundo respeto que los cubanos tienen hacia la naturaleza. En un país donde el campo y los ríos han sido fundamentales para la vida cotidiana, estas leyendas funcionan como herramientas educativas, transmitiendo de generación en generación el valor de cuidar y proteger el medio ambiente.
Aunque en las grandes ciudades como La Habana esta leyenda pueda parecer lejana, en los pequeños pueblos y comunidades rurales de Cuba, el Güije sigue siendo una figura viva en la imaginación popular, recordando a todos que hay fuerzas en la naturaleza que no deben ser ignoradas.
En Cuba, las historias de seres como el Güije seguirán perdurando mientras existan ríos, montañas y selvas que cuidar, y mientras los niños corran hacia los arroyos en busca de aventuras, pero con un ojo siempre puesto en los matorrales, por si acaso el pequeño duende decide hacerles una travesura.