El Consejo de la Administración Municipal de Moa ha anunciado una nueva medida que afecta directamente a la población, en medio de una creciente crisis alimentaria en Cuba. Según una nota informativa emitida por la Unidad Empresarial de Base Productora de Alimentos Moa, el gramaje del pan destinado a la canasta básica y a otros sectores, como las escuelas y universidades, será reducido a 60 gramos debido al déficit de harina de trigo que afecta al país. Esta decisión entró en vigor el 13 de septiembre y pone en evidencia una vez más los graves problemas de abastecimiento que azotan al país.
El pan, un alimento básico en la dieta diaria de los cubanos, verá reducida su cantidad sin que existan soluciones claras a corto plazo. Según el comunicado oficial, el déficit de harina de trigo es una situación que afecta a todo el país, pero la medida específica en Moa revela el impacto directo en la vida cotidiana de los ciudadanos. El pan de la canasta básica, que ahora pesará 60 gramos, seguirá vendiéndose a $0.75 centavos, un precio que, aunque se mantiene, no compensa la disminución de la cantidad.
En un intento por «mejorar» la calidad del producto, las autoridades han anunciado que se incrementarán los niveles de levadura y azúcar en la producción del pan, lo que según ellos busca contrarrestar el déficit de otros ingredientes esenciales. Sin embargo, esta medida parece ser más un parche temporal que una solución de fondo al problema de suministro, y deja en el aire la pregunta de hasta cuándo se mantendrá esta situación. De hecho, las autoridades han admitido no saber cuándo se podrá normalizar el suministro de harina.
La situación alimentaria en Cuba ha empeorado considerablemente en los últimos años, con una escasez crónica de alimentos básicos y una dependencia cada vez mayor de importaciones que no llegan de manera regular. El caso del pan en Moa no es un hecho aislado, sino un reflejo de una crisis nacional que se profundiza cada día más. Los ciudadanos cubanos, ya acostumbrados a lidiar con la escasez, ven cómo su alimentación diaria se ve limitada, mientras las autoridades ofrecen soluciones que no parecen resolver los problemas estructurales del sistema productivo y de distribución de alimentos.
El consumo de harina en la provincia, que hasta hace poco era de 63,2 toneladas, ha disminuido drásticamente a 47,5 toneladas, una reducción que evidencia el colapso de la capacidad de importación y producción interna de uno de los insumos más importantes para la alimentación de la población. Esta reducción afecta no solo a la canasta básica, sino también a los programas de alimentación escolar, las universidades, las prisiones y otros sectores vulnerables, lo que agrava aún más la crisis.
La incertidumbre sobre la duración de esta situación añade un nuevo nivel de estrés a una población que ya enfrenta dificultades para acceder a alimentos y otros productos de primera necesidad. La falta de información concreta por parte de las autoridades no hace más que aumentar el descontento y la frustración de los ciudadanos, quienes ven cómo las medidas temporales y las promesas de mejora no logran revertir la grave crisis alimentaria que afecta a la isla.
En este contexto, la marcialidad y el control férreo sobre la distribución de alimentos no hacen más que prolongar una situación insostenible. Mientras tanto, la población de Moa y de todo el país sigue enfrentando una realidad cada vez más crítica, con pocas esperanzas de una pronta solución.