BOGOTÁ, COLOMBIA — En una decisión que subraya la profundidad de su sufrimiento y la gravedad de su condición, Javier Acosta, un residente de Bogotá de 36 años, ha elegido ejercer su derecho a la eutanasia este 30 de agosto. La decisión llega después de una batalla de cinco años contra complicaciones médicas graves originadas por una bacteria contraída en una piscina, lo que resultó en osteomielitis, una enfermedad que deteriora los huesos y tejidos y que, en su caso, afectó incluso su cerebro.
La salud de Javier se complicó aún más con un diagnóstico posterior de cáncer en la sangre, marcando una trayectoria de deterioro que ni los esfuerzos médicos más diligentes pudieron revertir. Después de un prolongado período de dolor constante y sin perspectivas de recuperación, Acosta tomó la difícil decisión de despedirse de su familia y amigos y optar por la eutanasia, aprovechando una ley en Colombia que permite este recurso a pacientes terminales y, bajo ciertas condiciones, también a menores de edad.
La historia de Javier ha tocado corazones a nivel mundial, generando una ola de conmoción y solidaridad internacional. Además de la empatía y apoyo de sus conocidos y de desconocidos alrededor del mundo, Javier recibió un gesto extraordinariamente emotivo de Radamel Falcao García, el legendario futbolista colombiano y capitán de Millonarios, el equipo del cual Javier ha sido un apasionado seguidor toda su vida.
Falcao, en una demostración de apoyo y cariño, realizó una videollamada con Javier, en la que le prometió dedicarle su primer gol al regresar al fútbol colombiano. Este gesto no solo profundizó la conexión de Javier con su ídolo y su deporte favorito, sino que también destacó la capacidad del deporte para unir a las personas en momentos de adversidad. La promesa de Falcao y la reacción que provocó en las redes sociales subrayan cómo figuras públicas pueden influir positivamente en las vidas de sus seguidores.
La historia de Javier Acosta, marcada por la tragedia pero también por momentos de profunda humanidad y solidaridad, deja un legado de valentía y la resiliencia del espíritu humano frente a las adversidades más insuperables.